David Peralta, oriundo de Comandante Luis Piedra Buena (Santa Cruz), transformó una tragedia en una historia de superación. A los cinco años perdió la vista tras la explosión de una granada que manipulaba junto a su hermano, quien falleció en el hecho. Lejos de rendirse, David encontró en el deporte una herramienta vital: aprendió a usar la ecolocalización para orientarse y abrazó el fútbol como forma de revancha y disfrute. Su talento lo llevó a integrar Los Murciélagos, la Selección Argentina de fútbol para ciegos, con la que participó en dos Juegos Paralímpicos, dos Mundiales y tres Copas América. Una historia de resiliencia que inspira desde el sur del país.
